El gobierno aclaró que en el asunto de los pollos y los huevos, lo drástico no son represalias contra Haití. La solución es que el Estado, lo que significa todos los dominicanos, ayude a los productores comprándoles varios cientos de miles de gallinas a fin de absorber el excedente y reducir la producción para ajustar la oferta a la demanda.
Esquemas similares han existido en varios países durante mucho tiempo. Son famosos, o infames, según el ángulo desde el que se vean, los mecanismos utilizados en Europa y los Estados Unidos, para sustentar el precio de algunos bienes agrícolas, mediante la compra de excedentes y pagos para reducir las superficies plantadas.
La diferencia está en que en nuestro caso parece ser que el aporte se vislumbra como algo temporal, por una sola vez, como parte de un reordenamiento del sector.
Si nos preguntamos qué hay de drástico en lo anunciado, lo que más llama la atención es lo dicho en cuanto a que la República Dominicana deberá "olvidarse de mercados vulnerables", lo que da a entender que en lo adelante el mercado haitiano no será tomado en cuenta, por lo menos en lo que toca a los pollos y huevos.
Declarar que se intenta descartar el mercado haitiano fue un acompañante necesario de las medidas, si se desea que el aporte del Estado pueda considerarse como excepcional, no recurrente.
Esto así, porque si Haití levanta la prohibición y reabre sus importaciones, y los productores dominicanos reinician sus ventas, en muy poco tiempo la producción retornará a los niveles anteriores para poder suplir la demanda. Eso significa que cuando Haití volviese, por tercera vez, a restringir las importaciones por algún motivo que se le antoje, estaríamos nuevamente en la situación en que nos encontramos ahora.
La ciencia económica enseña, sin embargo, que es improbable que oportunidades de vender y ganar dinero sean rechazadas. Algunos productores podrían hacerlo, pero otros no.
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